Machacaba almendras en la acera, frente a un semáforo –casi a la entrada del antiguo cinódromo de Marianao (Complejo Deportivo Eduardo Saborit)–, cuando se detuvo el jeep ante la señal roja. Observé el hombre al lado del conductor con un enorme tabaco en la boca cubierta por la abundante barba del guerrillero.

Fidel sostenía un libro en su mano. Detuvo su mirada sobre mi rostro y dejó aquella impresión perpetua que comprendería, años más tarde, cuando encontré en el estante de la biblioteca escolar aquel libro de color morado con el nombre de Martí, parecido al que sostenía el Comandante en Jefe, en sus manos, aquel mediodía de mi lejana infancia.

Desde entonces no dejé de buscar en nuestro Héroe Nacional la continuidad de las citas expresadas por Fidel en la mayoría de sus discursos. Incluso aquella visión temprana de la Generación del Centenario que los llevó a tomar la decisión y el compromiso de no dejar “morir” al Apóstol al cumplirse los cien años de su nacimiento con aquella exhortación histórica, las horas precedentes a los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, previstos en la madrugada del 26 de julio de 1953:

Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero, de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la Isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte! (…)”.

Fidel en Martí es el legado de continuidad para las nuevas generaciones de cubanos. El Programa del Moncada, contenido en el alegato de defensa asumido por Fidel conocido por La Historia me absolverá, mantiene la vigencia del camino escogido para construir el futuro de la nación que somos, en medio de un escenario internacional complejo, asediados por el genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos. En medio de los avatares que enfrentamos, siempre debemos recurrir al pensamiento del Apóstol para entender la necesidad de continuar la obra que colocó en nuestras manos, Fidel.

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