«…no porque te quemen, / porque te disimulen bajo tierra, / porque te escondan / en cementerios, bosques, páramos, / van a impedir que te encontremos, / Che Comandante, / amigo. / Estás en todas partes, / vivo, como no te querían».

Nicolás Guillén

Cuenta la Historia que en 1955 Ernesto Guevara de la Serna, conoció a Fidel y a Raúl, en México. Desde entonces, el Che entabló una fuerte amistad con los hermanos, se unió a su grupo como médico y desembarcó junto a ellos en Cuba al año siguiente.

Foto: Sitio Fidel soldado de las ideas

Instalada la guerrilla en la Sierra Maestra, el Che lideró una de las dos columnas que salieron de las montañas orientales hacia el Oeste para liberar la Isla. Participó en la batalla por la toma de Santa Clara y finalmente entró en La Habana en enero de 1959.

Un año después del triunfo de la revolución, fue declarado Médico Cubano Honorario, nombrado jefe de la Milicia y director del Instituto de Reforma Agraria, luego presidente del Banco Nacional y ministro de Economía, y finalmente ministro de Industria, en 1961.

Sin embargo, su inquietud de revolucionario le hizo abandonar Cuba en 1965 y marchar al Congo, donde luchó en apoyo del movimiento revolucionario en marcha, convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo.

Antes, escribe una carta de despedida a Fidel en la cual le expresaba: “Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío. Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”.

En Cuba conoció el amor de su esposa Aleida, con quien tuvo cuatro hijos. En sus últimas palabras escritas a ella antes de partir para Bolivia le dice: "Adiós, mi única, no tiembles ante el hambre de los lobos / ni en el frío estepario de la ausencia / del lado del corazón te llevo / y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume".

Foto: Tomada de Cubadebate

El Che en Bolivia

Estuvo durante varios meses en el territorio del Congo Leopoldville y a partir de noviembre de 1966 llega a Bolivia. Valorando su posición estratégica, eligió ese país como centro de operaciones para instalar una guerrilla que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. El 7 de noviembre de ese año hizo sus primeras anotaciones en su diario.

En este territorio cumplió 39 años. Precisamente el 14 de junio escribió en su célebre diario: “He llegado a los treinta y nueve y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero, por ahora estoy “entero”.

Pocos meses después el ejército boliviano los detectó y empezó una intensa persecución. Para eludirlo, dividió al grupo en dos, pero jamás pudo reagruparlo. En su diario cuenta que para fines de agosto los guerrilleros de su grupo estaban fatigados, y desmoralizados; mientras, el 31 de agosto, el otro grupo fue aniquilado al cruzar un río.

El 7 de octubre de 1967 escribió las últimas líneas; en ellas relata: “Salimos los 17 con una luna muy pequeña y la marcha fue muy fatigosa y dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí sembradíos de papa, regadas por acequias del mismo arroyo. A las dos paramos a descansar, pues ya era inútil seguir avanzando”.

Al día siguiente, junto a los demás guerrilleros libra un combate en la Quebrada del Yuro. La firme resistencia del reducido grupo de guerrilleros detiene inicialmente el avance de los soldados bolivianos. Combaten heroicamente hasta el anochecer desde posiciones individuales ubicadas en el lecho de la quebrada y en los bordes superiores, contra la masa de soldados que los rodeaban y atacaban.

Todo parece indicar que el Che hizo el máximo para proteger la retirada a un lugar más seguro, hasta caer herido. Los que defendían la posición por la otra entrada de la quebrada, a varios cientos de metros del Che, resistieron el ataque hasta el oscurecer, momento en que lograron despegarse del enemigo y dirigirse hacia el punto de concentración previamente acordado.

Dicen que el Che estuvo combatiendo herido hasta que el cañón de su fusil M-2 fue destruido por un disparo, inutilizándolo totalmente. Las heridas de las piernas le impedían caminar sin ayuda. Por eso lo capturaron vivo. Este fue su último combate.

Trasladado a la escuela del pueblo de Higueras permaneció prisionero, con vida, alrededor de 24 horas. Los soldados disputan el reloj, la cantimplora, el cinturón, la pipa. Varios oficiales lo interrogan, uno tras otro. El Che calla y mana sangre. Se niega a discutir una sola palabra con sus captores, y un oficial que intentó vejarlo recibió una bofetada en el rostro.

En La Paz, el presidente René Barrientos, el General Alfredo Ovando y otros altos jefes militares conjuntamente con oficiales de la CIA, tomaron la decisión de asesinarlo. Son conocidos los detalles de la forma en que procedieron a cumplir el acuerdo.

El mayor Miguel Ayoroa y el coronel Andrés Selnich, instruyeron al sub-oficial Mario Terán para que ejecutara el asesinato. Cuando éste penetró en el recinto, Che, que había escuchado los disparos con que acababan de matar a un guerrillero boliviano y otro peruano, viendo que el verdugo vacilaba, le dice que dispare.

Éste se retira, y fue necesario que sus superiores le repitieran la orden, que procedió a cumplir, disparándole de la cintura hacia abajo una ráfaga de metralleta. Ya había sido dada la versión de que el Che había muerto varias horas después del combate y por eso se dice que los ejecutores tenían instrucciones de no disparar sobre el pecho ni la cabeza, para no producir heridas fulminantes.

Esto prolongó la agonía del Che, hasta que un sargento, con un disparo de pistola en el costado izquierdo lo remató. En la Higuera también fueron asesinados este día el boliviano Simón Cuba (Willy) y el peruano Pablo Chang (El Chino).

Tras ser ejecutado, su cadáver fue trasladado en helicóptero al hospital de Vallegrande. Allí fue expuesto en la sala de lavandería, para que los corresponsales extranjeros pudieran certificar que el revolucionario estaba efectivamente muerto. El Che yace sobre una pileta de lavar ropa. Después de las balas, lo acribillan los flashes.

Días después, el 18 de octubre, en la velada solemne efectuada en La Habana, en la Plaza de la Revolución José Martí, Fidel aseguraba: “Y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada día que pasa se adentran más profundamente en el corazón de los pueblos”.

A la izquierda, foto del Che asesinado, de Fredy Alborta Trigo Foto: BBC

Las fotos del Che asesinado

El retrato tomado por Alberto Korda es una de las imágenes del Che más conocidas, en vida, sin embargo existen otros, como Fredy Alborta Trigo, quien inmortalizó al Che Guevara con una fotografía de su cuerpo cuando la vida acababa de abandonarlo. Ese es uno de los retratos más famosos, que le dio el reconocimiento al fotógrafo boliviano.

Cuando el Che fue asesinado el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, los periodistas asistieron al otro día a cubrir la noticia del asesinato, por lo que el Ejército se vio obligado a mostrar el cuerpo. La exhibición se hizo en la lavandería del hospital público San Juan de Malta, momentos antes de que lo llevaran a una sepultura secreta.

En ese momento entró Fredy Alborta para tomar la fotografía del cuerpo para las agencias y medios que trabajaba. En esa instantánea quedó retratado el Che Guevara acostado sobre unos lavaderos, con la cabeza reclinada por un soldado boliviano y los ojos abiertos, en la imagen pareciera que el cuerpo aún conservara vestigios de vida.

El retrato y otros que logró captar en ese momento del cuerpo fueron difundidos por medios en diferentes partes del mundo. El testimonio de Alborta, sus reflexiones sobre la imagen y los sucesos que la rodean, aparecen en El día que me quieras, el film documental de Katz.

Che asesinado, foto de Marc Hutten, periodista de la AFP Foto: Tomada de Cubadebate

A su vez, Marc Hutten, periodista de la AFP, fue uno de los pocos corresponsales extranjeros testigos de esta escena. Sus fotografías en color del cadáver del Che dieron la vuelta al mundo. Solo un puñado de sus fotografías de ese reportaje figura aún en los archivos de la AFP.

En aquel entonces, Hutten constataba en su reporte especial de AFP: “Ayer por la tarde vi el cuerpo, acribillado de balas y sin vida, de un guerrillero apodado "Ramón", el supuesto nombre de guerra de Ernesto "Che" Guevara.

“Fuimos una treintena de periodistas, entre los cuales solo había tres corresponsales de prensa extranjeros, los que acudimos a Vallegrande, un pueblo somnoliento bajo la canícula del sureste boliviano, para constatar allí la muerte del más prestigioso de los guerrilleros.

A los pies del cadáver de "Ramón", otros dos guerrilleros yacen en el suelo. Se trataría de los cuerpos de "El Chino", un peruano, y de "El Moro", un médico cubano. Otros dos cadáveres, pertenecientes al parecer a bolivianos, todavía no fueron identificados definitivamente.

“(…) Los periodistas que se arremolinan alrededor de la morgue, incluyendo fotógrafos y camarógrafos, daban muestras de una mezcla de estupefacción e incredulidad. El error en la identificación parecería ser, sin embargo, imposible.

Un colega boliviano me dice: "Vallegrande acaba de entrar en la historia revolucionaria de América del Sur (…)".

Cuando encuentran sus restos

Durante 30 años sus restos permanecieron sepultados, hasta la fecha de su hallazgo el 28 de junio de 1997, en la parte vieja de la pista de aviación de Vallegrande, poblado a 240 kilómetros de Santa Cruz, capital departamental, después de minuciosas investigaciones históricas y de trabajos geológicos de científicos cubanos apoyados por especialistas de otros países.

Cuando buscan los restos del Che y otros guerrilleros Foto: Granma

En una entrevista a los doctores Jorge González Pérez y María del Carmen Ariet García, protagonistas excepcionales de la labor de búsqueda, hallazgo e identificación de los guerrilleros que combatieron junto al Che en Bolivia, cuentan que ese día era sábado, y como antecedentes tenían la versión del tractorista que había cavado la fosa donde fue enterrado el Che.

“Tal como habíamos decidido, continuamos las labores pero esta vez empleando una máquina excavadora perteneciente a una empresa que construía el alcantarillado de Vallegrande, lo cual nos permitiría bajar al menos metro y medio con el equipo, de los dos que debíamos cavar, y a partir de ahí seguir trabajando a mano”, recuerda Ariet García.

En esos trajines estábamos cuando a eso de las 9:00 a.m. de la mañana, al labrar en la fosa, la pezuña de la máquina enganchó el cinto del Che, que había sido enterrado con su uniforme, y así salieron sus osamentas”, asevera la doctora.

Encuentran los restos del Che y otros guerrilleros Foto: Granma

Pero solo al final logran identificar realmente sus restos, según narra el doctor González Pérez: “En total eran siete las osamentas encontradas allí, lo que coincidía con la historia. Las del Che fueron las segundas en ser halladas. Sospechábamos desde el principio que era él porque sus restos eran los únicos que estaban cubiertos con una chaqueta verde olivo y luego comprobamos que no tenía manos”.

El 12 de julio de ese mismo año, fueron trasladados a La Habana. En aquella ocasión, su hija Aleida, sus hermanos y su madre, fueron a recibirlos: “Recuerdo, cuenta Aleida, la impresión de ver a mi mamá llorando, temblando, y en un momento determinado no pudo soportar más la tensión y dijo: “este hombre cargó a mis hijos, este hombre me amó, y ahora solo veo esta pequeña cajita frente a nosotros. Fue un momento difícil, pero ella estuvo siete días junto a mi padre como si no lo pudiera dejar solo. Era como si se estuviera despidiendo de una historia de amor”.

Posteriormente en solemne homenaje del pueblo, sus restos fueron depositados en el Mausoleo de la Plaza Che Guevara de la ciudad de Santa Clara. De ese momento histórico vale recordar la memorable canción que escribiera el cantautor Gerardo Alfonso, Son los sueños todavía, que lo acompañó hasta su destino. Era el 17 de octubre de 1997. Desde entonces, el Che quedó abrigado para siempre por el amor de los cubanos, quienes nunca lo dejaron morir.

Cuando trasladan los restos del Che Foto: Granma

Referencias

Diario del Che en Bolivia

Enciclopedia cubana Ecured

Bohemia. Encuentran los restos del Che 

Cubadebate. El reportaje de Marc Hutten

Las fotografías del cadáver del Che olvidadas en un pueblo español