Por vez primera en la edad de la Tierra se desata una carrera de varias naciones para obtener una vacuna efectiva contra una enfermedad. En este caso el SARS-CoV-2, llamado COVID-19, ha puesto en jaque a millones de personas en el mundo, mientras algunos países logran sostener variables de medicamentos con probada efectividad, pero aún no concluyentes.
Sin embargo, otros miran hacia las potencialidades de fármacos utilizados en enfermos de coronavirus como una posibilidad de controlar el mercado y sumergir a la mayoría de los seres humanos en dependientes de esta condición para sobrevivir a los contagios.
Las razones visionarias del Comandante en Jefe Fidel, fundamentaron la respuesta temprana a las interrogantes que se abren en todo el planeta con respecto a la posibilidad de enfrentar los desafíos del siglo XXI y la resistencia de virus y otras enfermedades desarrolladas como resultado del cambio climático a consecuencia de la polución generada por la voracidad imperialista y sus guerras (a pequeña escala) a través de las cuales desatan la irracional competitividad de sus industrias apoderadas de los recursos naturales de casi toda la Tierra.
Enfrentar tales desafíos conlleva a buscar respuestas en Cuba, un archipiélago sometido al genocida bloqueo impuesto por diferentes administraciones del gobierno de los Estados Unidos durante casi 60 años. Respuestas que no pueden estar condicionadas a empresas foráneas y a través de las cuales pueda extenderse la metástasis del bloqueo; tal como sucede con entidades cubanas productoras de medicamentos que no pueden adquirir materiales primas o tecnología debido a las presiones directas de Washington, mediante sus agencias de inteligencia escrutadoras de cuentas financieras y filiales exportadoras.
Para responder a necesidades nacionales, lo sabemos, debemos poner en práctica la convocatoria del Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, a pensar como país, encontrar soluciones propias, estimular las producciones locales, su encadenamiento con la gran industria, mantener la soberanía tecnológica en las producciones destinadas a elaborar -por ejemplo- medicamentos avanzados con probada efectividad, como resultado de la biotecnología cubana y otras instituciones científicas inspiradas en los desvelos de Fidel como estratega de la Salud. La posibilidad de una vacuna cubana contra la COVID-19, es una realidad alcanzable.
Lograr soberanía tambien en lo energético, con una mayor utilización de fuentes de energía renovables como la solar y el desarrollo de la industria alimentaria son tareas vitales y de tanta importancia como lo biotecnologico, porque impactan directamente en la salud del pueblo.
Cubana, muchas gracias por su comentario y exponer sus criterios sobre cuestiones elementales en las cuales debemos trabajar.
Excelente vision y gran compromiso
Gracias Milton por compartir sus dos conceptos valiosos para continuar