Vaya con suerte quien se cree astuto,/ porque ha logrado acumular objetos,/ pobre mortal que desalmado y bruto,/ perdió el amor y se perdió el respeto.
Silvio Rodríguez
¿Ha tenido alguna vez el “placer de disfrutar” de la compañía de una persona que solo habla de sí misma? Sus logros, manera de vestir, posesiones, lujos, marcas preferidas, comodidades en que se deleita…, son temas preferidos, sin importar un comino el resto del mundo y, mucho menos, lo que usted diga.
Este tipo de ser, llena sus vacíos espirituales con objetos. El tener más, lucir lo mejor y último en la moda se han tornado el centro de su vida, posiblemente a falta de intelecto, cultura o, simplemente, capacidad emocional.
La felicidad perfecta que quiere representar, la mayor parte de las veces, es falsa. El amor, la amistad verdadera, los lazos fraternales con otros se vuelven imposibles de mantener, pues la entrega y constancia, esa fidelidad, lealtad, permanencia, le son ajenas.
Incapaz de sacrificar algo por el prójimo, ofrece poco y olvida rápido la mano extendida; por el contrario, en pos de sus privilegios aplasta sin discernimiento en el camino hacia sus objetivos.
Engaña durante un tiempo, pero es imposible mentir siempre cuando la banalidad predomina.
Termina solo, apartado, sin tener a quién recurrir ni un oído atento para sus males. Los años pasan y la vida siempre cobra. Rodeado de suntuosidad, pero sin abrazo de aliento ni amigo real.
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